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Diez claves para conducir bien tus emociones en Navidad y Año Nuevo

Navidad es una época especialmente emocionante, nuestras emociones y sentimientos están más a flor de piel, somos más sensibles, para lo bueno y para lo no tan bueno también. Es una época de mucha movilidad y tránsito, de fiestas y cenas, de desplazamientos a ver a la familia, de compras, aglomeraciones, etc.

Por ello es especialmente importante replantearnos nuestra forma y estilo de conducción, nuestra actitud al volante y en la carretera, y en todo ello las emociones juegan un papel esencial, tal y como pongo de relieve en mi libro "Inteligencia Emocional al Volante. Manual práctico para conductoras y conductores", que está disponible en Amazon para quien desee profundizar. Incluso, si eres formador/a, tienes una versión de este mismo libro más ampliada y en formato "manual de formación y entrenamiento" con dinámicas, objetivos de aprendizaje, una introducción a la inteligencia emocional, etc., todo lo que necesitas para armar un buen curso para empresas de conducción, logística, etc. También está disponible en Amazon.

De este libro he seleccionado un resumen de 10 claves para conducir nuestras emociones bien en Navidad, como ejercicio personal de contribución solidaria a este noble y necesario fin de evitar accidentes y salvar vidas.
 

1. ELIGE UNAS GAFAS DE VER BIEN, UNAS GAFAS PARA MANEJAR EN POSITIVO Y DE FORMA RACIONAL.

Una conocida frase dice que “no vemos las cosas como son y como están, sino como somos y estamos”. Llevamos unos filtros mentales que nos hacen percibir la realidad de una determinada manera: la misma situación hay personas que la perciben en positivo, y otras personas la perciben en negativo, y por eso se enojan a menudo. Básicamente nos encontramos con 4 tipos de gafas o filtros mentales durante la conducción: unos nos ayudan y otros nos dificultan, como vamos a ver:

  • Las gafas NEGATIVAS o PESIMISTAS. Estas gafas nos hacen percibirlo todo y a todos de forma negativa. Se fijan preferentemente en las dificultades de la carretera, en los malos comportamientos de algunos conductores, atribuyéndoles además malas intenciones que se interpretan como ataques personales.
  • Las gafas POSITIVAS u OPTIMISTAS. Estas gafas son todo lo contrario de las anteriores. Tienden a valorar las cosas positivas de los demás conductores, se fijan más en los buenos comportamientos y pasan por alto, hasta cierto punto, algunos comportamientos de conducción incorrectos de otros conductores, pensando que un mal día o error lo tiene cualquiera.
  • Las gafas EMPÁTICAS o del OTRO. Estas gafas nos ayudan a ponernos en el lugar del otro conductor, es decir, a imaginarnos en su situación si por ejemplo lleva una L de prácticas, es un conductor de autobús o taxi, es una persona mayor, o incluso es una persona que tiene mucha prisa y va muy estresada porque tendrá sus motivos para ello. Desde esta perspectiva, al imaginarnos en la situación del otro, nos mostramos más comprensivos y más colaborativos en carretera.
  • Las gafas TÉCNICAS o RACIONALES. Son las gafas que nos hacen percibir el viaje o desplazamiento de forma preferentemente técnica y racional, enfocados en el objetivo de nuestro viaje y su logro de la forma más racional y eficaz posible (que no necesariamente rápida).


Vistos estos cuatro tipos de gafas, la pregunta obvia ahora es ¿Qué gafas nos ponemos? Yo aconsejo no ponerse nunca las gafas PESIMISTAS o NEGATIVAS, y si detectamos que las llevamos puestas, mejor nos las quitamos y las tiramos en la primera papelera que veamos cuando paremos. Y respecto de las otras tres (OPTIMISTAS, EMPÁTICAS, TÉCNICAS) yo diría que depende del viaje que hagamos y del objetivo del mismo, usemos la que más nos convenga en cada caso. Yo por ejemplo, si tuviera que llevar a alguien de urgencias al hospital en mi coche, usaría las gafas técnicas. Para un viaje de placer o de vacaciones usaría las optimistas. Y para un viaje habitual por la cuidad, suelo usar bastante las empáticas.

2. MANEJA TÚ Y ELIGE TÚ CÓMO QUIERES MANEJAR: NO DEJES QUE EL TRÁFICO Y LOS DEMÁS LO ELIJAN POR TI.

Nosotros no podemos elegir nuestras emociones, no podemos elegir ni prever muchas cosas que ocurren en la carretera, ni los percances, ni la actitud de los otros conductores. Las nuevas tecnologías nos permiten elegir la mejor ruta en tiempo real, con Google Maps, por ejemplo, pero no podemos elegir muchas cosas que ocurren en la conducción de cada día. Ahora bien, sí podemos elegir una cosa: podemos elegir cómo gestionar nuestras emociones, podemos elegir que ellas no conducen, conduce nuestra mente racional, y las emociones, siempre, en el asiento del copiloto, o de pasajeras.

En este sentido, hay dos tipos de personas, y dos tipos de conductores: los proactivos y las reactivos. El conductor proactivo es flexible y adapta su modo de conducir a las circunstancias. Conduce eficazmente bajo presión, es paciente, tiene en cuenta a los otros conductores, se pone en su lugar, no se deja llevar por las provocaciones.

El conductor reactivo es todo lo contrario: impaciente, enfurece en seguida y se disparan sus revoluciones mentales, deja que manejen sus emociones, no tiene paciencia ni empatía con los demás conductores. Y por tanto, provoca fácilmente riesgos para sí mismo y para los demás. Riesgos que muchas veces terminan en el hospital.

3. RESPETA EL SEMÁFORO DE LAS EMOCIONES: FRENAR (LUZ ROJA), PENSAR (LUZ AMARILLA) Y ACTUAR (LUZ VERDE).

Cuando nos saltamos un semáforo con la luz roja, puede ocurrir con una alta probabilidad que provoquemos un accidente, para nosotros y para otros. Cuando nos saltamos la luz roja de nuestro semáforo del corazón, del semáforo de nuestras emociones, ocurre lo mismo: provocamos un accidente emocional con los demás y con nosotros mismos, y ello nos pone fuera de control, es decir, cedemos el volante de nuestro auto a nuestras emociones descontroladas: el riesgo está servido.

Esto ya se lo enseñan a los niños y niñas de todas las escuelas del mundo, en una canción del programa de educación emocional infantil Emoticantos, llamada “El semáforo del corazón” que dice lo siguiente:

Un semáforo de color
tengo dentro del corazón
y me ayuda a pensar mejor
cómo actúo si hay tensión.
 

La luz roja es para frenar,
la amarilla para pensar,
la luz verde es para actuar
y así vivimos en sociedad.

Está claro, como nos dice esta canción, que respetar los semáforos, es decir, respetar las normas de tránsito en general, es vivir en sociedad, es ser prosocial, y no respetarlas es todo lo contrario, es ser antisocial.

4. PROCURA TENER TU BATERÍA EMOCIONAL BIEN RECARGADA: ADMINISTRA BIEN TU ENERGÍA.

¿Tenéis la experiencia de llevar el celular con la batería al mínimo? ¿Qué podemos hacer con un celular con la batería casi descargada? Lo que solemos hacer es ponerlo en “modo emergencia”: sólo sirve para lo esencial. Pero deja de proveernos muchas utilidades. A nuestro organismo, cuando está bajo de batería emocional, bajo de energía, le ocurre lo mismo: deja de funcionar de forma óptima y completa, lo hace con menos atención y con menos reflejos, y con más predisposición al enojo, y eso ya sabemos que es peligroso para el manejo o la conducción.

Por eso es importante que administremos bien nuestra batería emocional de cada día, que no la descarguemos en las primeras horas y, sobre todo, que sepamos identificar nuestras experiencias de descarga para evitarlas o gestionarlas mejor, y nuestras experiencias o surtidores de recarga, para proveernos de ellos cada cierto tiempo.

Podemos resumir todos estos puntos o experiencias de carga o descarga de nuestra batería emocional en tres tipos: experiencias agradables o desagradables, conversaciones positivas o negativas y lugares apacibles o desapacibles. La clave para mantener a punto nuestra batería emocional está en aprender a hacer tres cosas:
 

  1. Gestionar con inteligencia emocional la parte de la realidad, de lo que sucede cada día, que no podemos elegir, eligiendo por tanto nuestra actitud ante esa realidad, ya lo hemos visto.
  2. Elegir lo que sí podamos elegir de la realidad cotidiana en lo relativo a experiencias, conversaciones y lugares.
  3. Rechazar o evitar lo que sí podemos elegir en lo relativo a experiencias desagradables, conversaciones negativas o lugares desapacibles.


5. LLEVA SIEMPRE TUS DISGUSTOS Y ENFADOS EN BAJAS REVOLUCIONES, CUIDA TUS PENSAMIENTOS ACELERADORES.

Nuestras seis emociones básicas o emociones raíces, son estas que ya conocemos: alegría, enojo, tristeza, miedo, desagrado y sorpresa.

Pero esto son emociones genéricas que admiten grados y matices de diversa intensidad. Estos diferentes grados o matices es lo que conocemos como sentimientos, que pertenecen a una familia o raíz emocional.

Pues bien, a la hora de manejar, podemos sentir diferentes tipos de emociones en diversos grados o sentimientos. No hay emociones seguras o emociones peligrosas: la mayor o menor peligrosidad o riesgo de nuestras emociones está en las revoluciones altas de las mismas, las cuales, al igual que ocurre en los motores de los automóviles, tensionan y sobrecargan en exceso nuestra mecánica emocional.

Seguramente nos preguntaremos qué es lo que revoluciona en exceso nuestras emociones hasta el punto de llevarlas a los niveles más extremos de las mismas: son nuestros pensamientos también extremos y exagerados los que disparan nuestras emociones más intensas.

Ante una situación cotidiana de tránsito lento y congestionado, no es lo mismo decir “menudo desastre”, que decir “menudo atasco”. Un desastre es un tsunami, una explosión, un volcán en erupción… pero no un atasco de tránsito. Palabras y expresiones como desastre, “esto es el fin”, “no hay nada que hacer”, etc., provocan sentimientos exagerados e irreales con la situación, que nos ponen en situación de mayor riesgo al volante.

6. ELIGE UNA BUENA COMPAÑERA EMOCIONAL DE VIAJE: LA COMPAÑERA ALEGRÍA. EL ENOJO EN EL ASIENTO DE ATRÁS.

Las emociones son como nuestras compañeras de viaje cuando manejamos un vehículo. Como ya sabemos, es importante que seamos nosotros los que manejemos, nuestra mente racional, y nuestras emociones y sentimientos, nuestra mente emocional, es mejor que vaya de acompañante o pasajero.

Hay veces que no podemos elegir a nuestras compañeras de viaje, a nuestros pasajeros emocionales, y en esas ocasiones debemos dejar bien claro que nosotros somos los que llevamos el mando del vehículo, y quienes tomamos las decisiones, porque somos los dueños de nuestro vehículo emocional.

Pero hay otras veces que sí podemos elegir a nuestras compañeras de viaje imaginarias, con qué emoción deseamos hacer el viaje de modo preferente. La alegría, y sus diferentes matices como la satisfacción, el bienestar o el optimismo, es una de las mejores compañeras de viaje, es la que nos da mejores conversaciones, es decir, la que nos hace pensar y hablar en positivo hacia dentro de nosotros mientras manejamos.

Y un buen recurso para estimular la emoción de la alegría está en el dispositivo musical de nuestro vehículo: ¿qué tipo de música o programas de radio o podcast escuchamos? Elige aquellas canciones y programas de radio que fomenten el optimismo, que sean positivos, incluso que te saquen alguna sonrisa, porque el buen humor es uno de los mejores aditivos para nuestra mecánica emocional:  previene y aplaca los enfados y en general evita o atenúa las altas revoluciones emocionales.

7. EN CASO DE CALENTAMIENTO, USA BIEN TU RADIADOR EMOCIONAL. UN VENTILADOR PARA EL CUERPO Y OTRO PARA LA MENTE.

Como sabemos casi todos, el motor de los vehículos necesita un dispositivo de refrigeración para evitar que se caliente en exceso y se pueda llegar a gripar. Nosotros también tenemos un dispositivo de refrigeración biológica que tiene como misión bajar la temperatura de nuestra cabeza, así como la presión de nuestra sangre en la misma, ante un enfado de grado intenso.

Este mecanismo o radiador emocional tiene dos ventiladores, como la mayoría de los radiadores de los coches. Un ventilador actúa sobre las causas, es decir, los pensamientos distorsionados que nos calientan, y el otro actúa sobre las consecuencias o síntomas. El que actúa sobre los síntomas lo regulamos mediante nuestra respiración consciente, para calmarnos y controlar eso que se llama hiperventilación involuntaria, que suele producir dolor de cabeza y dificultad respiratoria en general.

El otro ventilador, actúa sobre las causas o sobre nuestros pensamientos calefacción, que son los que nos calientan más y más, los que provocan que nos descontrolemos. Necesitamos entonces otro tipo de pensamientos refrigeración, que nos ayuden a enfriar la gravedad, generalmente irracional o distorsionada, de nuestros juicios hacia la situación que ha provocado nuestro calentón emocional. Veamos un ejemplo de pensamientos calefacción típicos:

 

  • ¡Será imbécil ese estúpido y pésimo conductor…!
  • ¡No sólo conduce mal, sino que además es un mal nacido…!
  • ¡Se va a creer la idiota esa que, además tiene un coche hortera, que me va a amargar el día, se va a enterar…!


Y ahora veamos cómo los podemos enfriar con pensamientos refrigeración:
 

  • ¡Estoy exagerando las cosas, me voy a tranquilizar…!
  • ¡Vale no conduce bien, tal vez esa no sea su principal habilidad, pero no es razón para perder yo los nervios…!
  • ¡No me gusta cómo conduce ese tipo y no me gusta su coche, pero sí me gusta mi vida y no quiero ponerla en riesgo por culpa de ello…!


8. HAZ LA PUESTA A PUNTO DEL MOTOR DE TU VIDA: REVISA LAS PREGUNTAS ESENCIALES DE SUS 4 CILINDROS.

El mejor seguro de vida al volante de un auto es el sentido de la propia vida: Esto puede sorprendernos, pero recordarnos cada cierto tiempo que nuestra vida tiene sentido, tiene un propósito, y que la vida de las demás personas, tanto peatones como conductores y conductoras, también lo tiene, es el mejor seguro emocional para recordarnos la importancia de manejarnos bien y manejar bien, pensando en nuestra vida y en la vida de los demás, pensando que hay alguien que nos espera a nuestro regreso, alguien que nos importa y a quien importamos también.

Los mismo que lo que mueve un auto al final es el motor, lo que mueve nuestra vida es también un motor emocional llamado “Sentido de la Vida” o “Propósito Existencial”. Y como la mayoría de los motores, este sentido de nuestra vida tiene 4 cilindros en los que se origina la fuerza, que en nuestro caso son 4 preguntas poderosas que mueven nuestra existencia y que, como he comentado, conviene recordar, mantener y engrasar cada cierto tiempo, como el motor de nuestro auto:

  1. ¿Por qué estoy en este mundo y a qué he venido aquí, cuál es mi misión?
  2. ¿Cómo puedo hacer de este mundo un lugar mejor, más habitable y humano ahora, y para los que vengan después?
  3. ¿A través de qué roles y funciones voy recorriendo el camino del sentido de mi vida (padre, madre, profesional, trabajador/a, amigo/a…)?
  4. ¿Qué papel tiene la conducción en mi vida, cómo me permite lograr mis sueños y proyectos de la mejor forma posible?


Navidad es un buen momento para actualizar estas preguntas clave que mueven y animan nuestra existencia, y ello seguro que nos ayudará a manejar con una actitud más cuidadosa y respetuosa con uno mismo y con los demás.

9. LLEVA BIEN ALINEADOS TUS PENSAMIENTOS Y TUS SENTIMIENTOS: LO QUE PIENSAS INFLUYE EN LO QUE SIENTES Y CÓMO LO SIENTES.

La Inteligencia Emocional es la capacidad de alinear y ajustar adecuadamente nuestros pensamientos con nuestros sentimientos ante diversas situaciones de la vida. Todos tenemos dos mentes, la que piensa, situada en nuestro hemisferio cerebral izquierdo, y la que siente, situada en nuestro hemisferio cerebral derecho.

En el coche debe conducir siempre nuestra mente racional, y la emocional de copiloto para ayudar, trabajando en equipo con nuestra capacidad ejecutiva, más propia de la mente racional, del hemisferio izquierdo.

Piensa en lo que le ocurre a tu coche cuando no tiene bien ajustado el paralelo o alineación de las ruedas: estas se desgastan antes, duran menos, algunas partes de la mecánica se pueden ver afectadas, se consume más carburante, y el vehículo en general es menos seguro porque suele irse hacia un lado con el volante recto.

Pues bien, cuando nosotros no tenemos bien alineados nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, nos ocurre lo mismo: nos desgastamos y desesperamos más rápido, se estresa más nuestra mecánica emocional interna, y actuamos de forma más imprudente y peligrosa, porque los pensamientos inadecuados provocan sentimientos inadecuados. Veamos un ejemplo de alineación y desalineación de pensamientos y sentimientos ante una situación que podría surgirnos en la carretera:

  • Situación: Otro conductor no abandona el carril izquierdo de la autopista y no me deja pasar.
  • Pensamiento no lógico: ¿Pero qué se habrá creído el paquete este, qué pretende, amargarme el día, se va a enterar…?
  • Sentimiento inadecuado: IRA – AGRESIVIDAD
  • Pensamiento lógico: Este hombre debe haberse despistado, voy a darle unas ráfagas manteniendo la distancia de seguridad…
  • Sentimiento adecuado: DISGUSTO – MALESTAR


Como podemos observar, ante la misma situación, dos personas que piensan de modo diferente, reaccionarían de modo diferente: una de modo peligroso, y la otra de modo más seguro.

10. CUIDA TU ASPECTO, TU CHAPA Y PINTURA EMOCIONAL: SEAMOS GENTE GUAPA TAMBIÉN EN LA CONDUCCIÓN.

El estado y la apariencia de nuestro coche dice mucho de nosotros, lo mismo que estado y apariencia de una persona. Y lo cierto es que los demás, según nos perciban así nos valoran, y eso, depende de las situaciones puede favorecernos o todo lo contrario. La gente nos valora, a primera vista, desde nuestra chapa y pintura emocional, y desde esa percepción inicial, interactúan con nosotros.

Y nosotros, también, según la apariencia personal que tenemos, nos percibimos de una u otra manera, nos gustamos más o menos. Un conductor aseado y cuidado, vestido de forma razonable en un coche aseado y cuidado, tanto por dentro como por fuera, dice algo a los demás conductores de cómo es esa persona: alguien cuidadoso, ordenado, que cuida su aspecto y su imagen. En definitiva, todo cualidades positivas.

¿Qué pensamos de un conductor o conductora que va en un coche descuidado, con arañazos, abollones, incluso algún elemento roto? Generalmente pensamos que es una persona descuidada, mal conductor, incluso llegamos a hacer conjeturas acerca de si usa su coche para actividades peligrosas o delictivas. Y no se trata de tener un coche más o menos caro, o más o menos moderno, sino un coche bien cuidado y presentable. No digamos si ese coche es de uso público y lo tienen que usar clientes.

Todo esto se llama comunicación no verbal. Pero no se trata sólo de tener buena presencia ante los demás, se trata también de saber estar, de ser elegantes como personas, educados y educadas, de respetar las normas y a los demás. Todo eso es chapa y pintura emocional. 

Navidad es un buen momento no sólo para parecer buenas personas, sino para serlo de verdad: también al volante de nuestros automóviles. Muchas gracias y ¡Feliz Navidad!

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